Cenotes de Guatemala Lachuá

El intrigante origen de los lagos: el incomprendido cenote de Lachuá, Guatemala

Luego de una caminata de 4 km dentro del bosque tropical lluvioso, con tanta humedad y calor, empiezas a vislumbrar la laguna Lachuá entre la vegetación y empiezas a acelerar el paso para llegar al momento de poder dejar tu mochila de lado y saltar al agua. A la orilla del muelle, con un cielo despejado, fácilmente puedes ver el bosque que rodea la laguna en un círculo casi perfecto.

Aunque la laguna Lachuá no figura (aún) dentro de los “cenotes recomendados” en las guías turísticas (la encuentras como laguna, pero no en la lista de cenotes), hoy quiero contarte por qué Lachuá sí es en realidad un cenote – y un humedal muy fascinante.

Breve historia geológica

Quizá los cenotes más famosos son los del norte de la península de Yucatán, formados en parte por el impacto del meteorito Chicxulub hace 65 millones de años. Pero desde antes de ese impacto, junto a la península de Yucatán, gran parte de las tierras bajas del Norte de Centro América se encontraban bajo el nivel del mar. Sobre esa plataforma – entonces submarina – caían capa sobre capa los restos de animales que utilizan carbonato de calcio en sus huesos, en sus espículas, o en sus conchas. A diferencia de las partes orgánicas que se descomponen, el carbonato de calcio se fue acumulando durante millones de años.

Estas capas de carbonato de calcio acumulado son lo que hoy llamamos piedra caliza o karst. Es un material muy poroso y rico en calcio y magnesio – ambos solubles en agua. Esta porosidad y solubilidad permite que el agua penetre los poros, agrandándolos conforme disuelve el material, creando grietas y cuevas.

Cenotes Mesoamericanos

Por los cambios en el nivel del mar y el levantamiento geológico del Norte de Centro América, esta plataforma emergió y desde entonces ha estado al descubierto. Es lo que hoy conforma la península de Yucatán, parte de Belice y Guatemala. Muchas de las grietas y cuevas formadas por el agua del mar quedaron vacías. Aunque muchos procesos minerales le dan resistencia a estas estructuras, cuando las cuevas que el agua creó son demasiado grandes la tierra ya no se puede soportar y colapsa, creando los cenotes.

Todas estas fluctuaciones en el nivel del mar nos dejaron cuevas, ríos subterráneos, y cenotes secos o llenos de agua. De hecho, hace unos 22,000 años durante la última extensión máxima glacial, el nivel del mar bajó tanto que muchos cenotes en los que hoy podemos nadar estaban en ese entonces secos. Pero no fueron únicamente esos millones de años embebidos en aguas marinas los responsables de la dinámica de formación e hidrología de estos sitios. Además del mar y la distancia al manto freático, la lluvia es otro factor importante aún hoy en la disolución de los suelos kársticos.

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Cuando el agua de lluvia entra en contacto con dióxido de carbono (CO2) – ya sea en la atmósfera o en el suelo al entrar en contacto con productos de descomposición – se acidifica (formando ácido carbónico). Este penetra y diluye la piedra caliza más fácilmente que el “agua dulce”.

Así que además de una fascinante historia geológica, dependiendo del nivel freático y otras condiciones locales, podemos tener cenotes secos, como el Cimarrón (Guatemala), o cenotes llenos de agua, como Lachuá (Guatemala). De cualquier manera, todos están conectados en distintas dimensiones a través del agua. El agua sigue, y seguirá, dándole forma y alterando constantemente los humedales que hoy conocemos – y de los cuales dependemos.


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Referencias recomendadas:

Pérez-Ceballos, R. et al. 2012.  Regionalization Based on Water Chemistry and Physicochemical Traits in  the Ring of  Cenotes, Yucatán, México. Journal of Cave and Karst Studies.

Granados-Dieseldorff, P. et al. 2012. Fishes from Lachua Lake, Upper Usumacinta Basin, Guatemala. Check List 8(1):095-101


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