Butterfly on flower.

Reconciliando a la ciencia y arte

Hay artículos y servicios que uso, me gustan, y a veces escribo sobre ellos aquí en braeuNERD, en donde puedes encontrar enlaces de afiliado. Si realizas una acción (si haces una compra) después de hacer clic en uno de los enlaces de afiliación, probablemente ganaré unos cuántos centavitos y me iré a comprar un café (¡sin costo adicional para ti!). Sólo recomiendo artículos y servicios que he probado personalmente o libros que he leído.

De niña arruiné varios VHS de tanto verlos: Hércules, Trolls, Las aventuras de Peter Rabbit. De hecho ni siquiera recordaba “Las aventuras de Peter Rabbit” hasta hace poco que conversábamos con mi pareja sobre nuestra infancia y tuve que googlear “cómo se llamaba ese conejito”. Más allá de buscar el nombre – que no me iba a dejar en paz si no lo buscaba -, me encontré con algo que jamás supe: quién era la persona detrás de “ese conejito”. Esa conversación y rápida búsqueda en internet me llevaron a un descubrimiento interesante. La creadora de “Peter Rabbit” era mujer, escritora, artista, “científica naturalista”, y conservacionista. Hablo de Helen Beatrix Potter. Pero antes de contarte más sobre la artista y científica que fue Potter, hablemos de esta interacción ciencia-arte que a veces pareciera que nuestra sociedad nos obliga a separar y decidir por la una sobre la otra.

Mitos y más mitos

En 1973 neurocientíficos publicaron sobre las distintas “secciones” del cerebro y qué “actividades” son controladas por qué “sección”. Lamentablemente, los medios lo viralizaron bajo la errónea interpretación que decía que a nivel individual somos alguien que “usa la parte izquierda del cerebro” si somos “racionales” o alguien que “usa la parte derecha del cerebro” si somos “emocionales y creativos”. Como ya ha ocurrido en repetidas ocasiones, algo mal comunicado y sensacional tiende a durar largo rato en la sociedad aunque jamás haya sido verdad. Este es uno de esos casos. Para empezar, todos tenemos “ambas mitades” del cerebro y no usamos una más que la otra. Investigaciones más recientes han puesto a prueba esta hipótesis, y a la fecha no hay evidencia que nos pueda ni hacer pensar que la idea de “cerebro izquierdo” o “cerebro derecho” es verdadera. La personalidad y las habilidades e intereses personales tienen tantísimos más factores de fondo, pero absolutamente todos somos seres emocionales y racionales a la vez.

A muchos se nos ha dicho en algún momento de nuestra vida que tenemos que elegir “una” cosa, “una” carrera, “un” camino. Por ejemplo, “no podés ser científico y artista a la vez”. ¡Vaya mito!

En realidad, el arte jamás se ha separado de la ciencia

Aceptamos sin duda alguna que Leonardo da Vinci era un polímata y que merece estar tanto en libros de ciencia como en libros de historia del arte por el gran naturalista y artista que fue. A Ernst Haeckel también le aceptamos los tantos sombreros que portaba como naturalista y artista, entre otros. Separados por casi cuatro siglos, a ninguno se le cuestiona su “polimatía” de la misma manera en la que hoy a muchos se les desanima a intentarlo. Pero esa palabrita que tienen en común – naturalista – también se ha “desanimado”. ¿En qué momento dejamos de usar naturalista y pasamos a científico? ¿Y qué tiene que ver esto con el arte?

La palabra científico en inglés – scientist – tiene menos de 2 siglos de uso. El término se originó tras la propuesta de William Whewell en 1840 en donde proponía el término “scientist” tomando de analogía el término “artist” para diferenciar a los campos que ya no se sentían bien dentro del término “naturalista” ni “filósofo” pues ya se habían diversificado y especializado bastante (aunque nadie le hizo caso hasta un par de décadas más tarde). Quizá no pretendía fusionar el concepto de “ciencia” con el de “arte” (science + artist = scientist), pero me parece interesante, casi romántico, que de una u otra forma están relacionadas en esta historia.

La ciencia le debe mucho al arte (¡y a las mujeres!)

Maria Sybilla Merian (1647-1717) fue una naturalista e ilustradora alemana que revolucionó el mundo de la entomología y la ecología a través de sus detalladas ilustraciones y su coraje. En esa época la mayoría de naturalistas eran hombres y una gran mayoría estudiaban ejemplares que recibían de los coleccionistas que enviaban a las “colonias Europeas”. Es decir, las ilustraciones y publicaciones de la mayoría de estos científicos se basaban en ejemplares muertos y preservados, publicando más que nada descripciones anatómicas. A Merian esto no le satisfacía.

Desde una corta edad ella mostró interés por los insectos, incluso criaba “gusanos de seda”, y documentó en hermosas ilustraciones el ciclo de vida de muchos insectos que pasan por distintos tipos de metamorfosis. Recordemos que hablamos de una época en donde aún se creía que los insectos, por ejemplo las mariposas, aparecían por “generación espontánea” a partir del lodo (¡qué locura pensar que una oruga se convierte en mariposa!). Pero Merian lo observó y plasmó este conocimiento en su arte.

Era también una época en la que todos estos viajes de los naturalistas a las entonces “colonias Europeas” solían ser financiados por personas y gobiernos con intereses económicos en las misiones que enviaban. Este no fue el caso de Merian. Aunque obtuvo autorización de Amsterdam para viajar a Surinam, ella misma tuvo que financiar su viaje y lo hizo vendiendo sus ilustraciones botánicas. Lo más increíble de todo lo que logró en Surinam en términos de ilustración y ciencia es que fue de las primeras en agregarle la ecología a las ilustraciones. Ya no eran sólo algo anatómico. En lugar de depender de organismos preservados, ella iba, observaba y dibujaba a los organismos en su hábitat y su comportamiento natural. Incluso se burlaron de ella al regresar de Surinam a Europa con un dibujo de una araña alimentándose de un ave – pero hoy sabemos que hay, en efecto, arañas que se alimentan de distintos vertebrados. Merian no mentía.

Arte. Maria Sybilla Merian. Ciencia.
Ilustración de Maria Sybilla Merian (tomada de Wikipedia). En la esquina inferior izquierda está la araña alimentándose de un ave.

Peter Rabbit

Adelantémonos a 1866, siete años después de que Darwin publicara “El origen de las especies” y año en el que nace Helen Beatrix Potter en Inglaterra. En una situación y familia “privilegiada”, tuvo en realidad una vida relativamente solitaria, recibiendo lo que hoy llamaríamos “homeschooling”, y encontraba mucho entretenimiento y confort en la naturaleza. La posición de su familia la mantenía, afortunadamente, en casas rodeadas de naturaleza. Desde niña tenía además muchas mascotas y mucho cariño a los animales. Todo esto lo documentaba en sus acuarelas.

Una de sus maestras tenía ocho hijos e hijas, y cuando alguno se encontraba mal de salud, Potter le enviaba dibujos e historias sobre los personajes en esos dibujos. Uno de estos personajes es este conejito que a mí y a tantos nos acompañó en nuestra infancia: Peter Rabbit. Esta maestra, Annie Moore, fue la que motivó a Potter a convertir estas historias que sus hijos recibían en libros para niños.

Potter publicó un total de 30 libros, todos inspirados por la naturaleza. Sus acuarelas del mundo que la rodeaba también la llevaron a ser reconocida dentro del campo de la Micología (hongos). Por si sus contribuciones a la ciencia y a la educación fueran poco, Potter también jugó un papel muy activo en la conservación en Inglaterra. Compró y administró distintas tierras para evitar que las transformaran irreparablemente con actividades con las que ella estaba segura acabarían con la naturaleza y el uso tradicional de la tierra en esas regiones. Hoy, esas tierras siguen protegidas por la National Trust en Gran Bretaña.

Portada. Arte. Beatrix Potter, las aventuras de Peter Rabbit.

Construyamos más arte y ciencia

Me intriga en qué momento empezamos a hacer esta separación entre la ciencia y el arte, cuando durante siglos convivían tan necesariamente. Esa necesidad aún existe. Todos aquí hemos abierto un libro de texto de ciencias y al no entender qué dice un párrafo recurrimos al diagrama que le acompaña para comprender mejor un concepto…ese
diagrama también es arte. La fotografía es arte. Escribir es arte. La música es arte. Una infografía es arte. Todo esto jamás se ha separado de la ciencia.

El mito de que no se puede ser “más que una cosa” hace más daño de lo que nos imaginamos. Pensar que elegir una opción nos hace de menos en otras nos ha limitado e inhibido de experimentar en estas otras actividades. Más allá de eliminar el interés, también crea conflictos emocionales en aquellos quienes nos identificamos con la ciencia y arte pero nos forzamos a elegir una por miedo a esta falsa incompatibilidad. El arte en sí tiene mucho valor pero también es extremadamente necesaria en la ciencia, el desarrollo, y la comunicación científica. Regresemos a motivar esto y dejemos de “sobrevalorar” a la ciencia sobre el arte, a la racionalidad sobre la creatividad, y olvidémonos del dañino mito de la mitad del cerebro.


Hay muchísimos científicos artistas hoy día que a pesar de estos estereotipos y mitos que predominan aún en muchas sociedades, están siguiendo los pasos de Merian, Potter, o innovando a su propia manera con el arte y la ciencia. Hoy, en el Día Mundial del Arte, te quiero compartir algunos científicos-artistas (#SciArtists) latinoamericanos contemporáneos para admirar y apoyarles (¡déjanos tus favoritos en los comentarios!):


¿Aprendiste algo nuevo aquí? Considera apoyarme en Ko-fi y recibe un doodle personalizado: 

[kofi]




2 thoughts on “Reconciliando a la ciencia y arte”

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to Top