El estilo de escribir del autor te engancha desde el inicio, y el libro se compone de tantas historias tan bien contadas que no puedes bajar el libro.
¡¿Quién se iba a imaginar que la pesca con mosca tiene un lado oscuro?!
Este libro tiene un poco de todo. No es sólo la historia del robo, sino el autor presenta un profundo trasfondo al mundo de la creación de moscas de pesca para que incluso la gente fuera de ese mundo (como yo) entiendan lo apasionante y significativo que puede ser para los miembros de este “hobby” – que parece ser más que un hobby. Junto con la historia de cómo nacieron algunos movimientos de conservación, la ridícula y obsesiva moda victoriana, y la importancia científica de las colecciones de museos, este libro prepara muy bien al lector para la emotiva montaña rusa que fue el propio atraco y, más tarde, el viaje del autor para resolver los misterios que las autoridades locales jamás resolvieron.
Como bióloga, me sorprendió un poco (y avergonzó) que nunca había oído hablar de este atraco antes. Supongo que la mayoría de los científicos (me incluyo) probablemente tomarían el lado obvio de esta historia: el lado del Museo y la importancia de la preservación de las colecciones de referencia biológica. Sin embargo, el autor hace que la historia de cada personaje sea tan vívida y personal que es muy fácil empatizar incluso con el ladrón. Por ratos el robo parece algo totalmente patético. Pero te hace pensar en qué tan malo fue esto y qué significa la justicia aquí.
¡Definitivamente un libro muy recomendable!
Spoilers:
Me parece interesante cómo la comunidad de “atadores de moscas” expresa su indignación por este caso y cómo “ensucia” su nombre. También lo respetuosos que son verbalmente hacia las regulaciones internacionales sobre el comercio de vida silvestre y las colecciones de los museos. Me hace preguntarme cuán fieles a esto son realmente. ¿Se comportarían de la misma manera si no estuviera penalizado por la ley? ¿Es respeto por la vida silvestre y la ciencia o sólo por la ley y sus consecuencias?
¿Y qué hay de Edwin Rist que no siente que ha hecho algo malo porque “los pájaros están ahí tirados en los museos” y “ya no sirven para nada”? “Ya sabemos lo que podemos saber sobre ellos”. Bueno, eso no es verdad, pero entiendo totalmente que la gente no lo sepa. Desafortunadamente…
Se han hecho tantos nuevos descubrimientos cuando un científico en algún lugar piensa “¿me pregunto si alguien ha investigado esto?” y gracias a las colecciones de los museos, este nuevo ángulo de lo que ha estado allí durante siglos nos apunta hacia nuevas maravillas. Tal vez escriba una entrada en el blog sobre estos ejemplos más tarde… ¿Qué opinas vos? ¿Cómo comunicamos mejor la importancia de las colecciones de historia natural?
